En la fe católica, las medallas son signos de protección y recuerdo del amor de Dios. A la Virgen María y a los santos se les ofrece veneración, un honor y respeto especial como modelos de fe e intercesores ante Dios.
Cada advocación de la Virgen y cada santo representan una forma concreta de acercarse a Él, un vínculo espiritual que acompaña, consuela y fortalece
Nuestra Señora de Guadalupe, representación icónica de Frank Ronay Jewelry
, coronada e iluminada, pueda evocar su naturaleza divina, exaltando la claridad del alma, el espíritu y la mente.
La Virgen de Guadalupe es una de las advocaciones más queridas de María, Madre de Dios, y símbolo de fe, unidad y consuelo. Señal del amor maternal de María hacia todos sus hijos.
Portar la medalla guadalupana es reconocer su presencia protectora y su guía constante. Es signo de fe viva, esperanza en medio de las pruebas y confianza en su intercesión maternal.
La Virgen Milagrosa se manifestó a Santa Catalina Labouré en 1830, en París, con un mensaje de gracia y confianza en la oración.
Portar su medalla es símbolo de protección y confianza en las gracias de María, pues representa su victoria sobre el mal y su intercesión maternal.
Recordar su imagen es acoger su promesa maternal de consuelo y amparo.
La Virgen de la Altagracia es la advocación protectora del pueblo dominicano.
Su imagen, que representa el nacimiento de Jesús, invita a contemplar la humildad, la ternura y la fe de María ante el misterio de la vida.
Es signo de protección del hogar y de gratitud a Dios por su presencia en la familia. Portar la medalla de la Altagracia es reafirmar la cercanía maternal de María, su protección del hogar y el acto de encomendar a Jesús bajo su amparo.
Apóstol y mártir, San Judas Tadeo es venerado como intercesor en causas difíciles y momentos de prueba. Su devoción recuerda que la esperanza cristiana nunca se apaga y que el auxilio de Dios llega incluso en las circunstancias más adversas.
Portar la medalla de San Judas es manifestación de esperanza y perseverancia, confiando que en las dificultades su intercesión refuerza la fe.
Padre del monacato occidental, San Benito Abad es conocido por su vida de oración, trabajo y equilibrio espiritual.
Su medalla, grabada con la Cruz y las iniciales de una antigua oración de exorcismo, es signo de protección frente al mal.
Representa la victoria de la fe, la paz interior y la presencia constante de Dios.
La medalla de San Benito es reconocida como sacramental con poder de protección espiritual.
Portar su medalla invoca su intercesión y recuerda la fuerza de la cruz.
El crucifijo es el signo más profundo del amor de Cristo. Representa su entrega total en la cruz, donde el sacrificio se convierte en redención y esperanza. No es un símbolo de muerte, sino de vida y victoria sobre el pecado.
Portar un crucifijo es una forma de permanecer cerca de Cristo, recordando su presencia en cada dificultad. Es signo de fe, protección espiritual y compromiso con el amor que transforma.
